No, meditar no es dejar la mente en blanco

Meditar no es dejar la mente en blanco, algo ocupa tu mente mientras meditas, la mente está concentrada en algo que tú eliges. Por ejemplo ese algo en el que vas a centrar tu atención puede ser tu respiración, las partes de tu cuerpo, una visualización, una vela, una oración, Dios, el movimiento o sonido del mar….

Recuerdo que cuando era pequeña y oraba (siempre fui de intentar hacer las cosas bien) intentaba poner el foco de mi atención solo en eso: en agradecer, en pedir y en agradecer otra vez. A veces visualizaba las nubes, una paloma o a Jesús y hacía un esfuerzo por mantener esa imagen en mi cabeza. Así, dejaba pasar los pensamientos que aparecían sin permiso, no tenían importancia para mí y volvía a lo importante: hablar con Dios. Ahora sé que estaba meditando.

Meditar es centrar tu atención voluntariamente en una sola cosa e intentar mantenerla ahí por periodos más y más largos. Es decir, es el control de tu atención.

No quiere decir que no te distraigas o si te distraes no sirva para nada.

Meditar es como jugar al tenis, no sirve saberse la teoría solamente, requiere entrenamiento, tienes que hacerlo, cuanto más lo practicas menos te distraes.

Es importante entender que la mente va a divagar en algún punto de la meditación, lo importante es que te des cuenta y la lleves al objeto de tu atención una y otra vez. Darse cuenta es el primer paso. Eso sí, cuando intentes educar a «tu mente» para que vaya adonde tú decides y no adonde se le de la gana (pensamientos automáticos que vienen a la cabeza sin aviso y sin que podamos evitarlo), hazlo con cariño y paciencia como si estuvieras enseñándole a un cachorrito a dormir en su cuchita y no en el sofá.

El pensamiento automático entra en tu mente y sigue su camino como las nubes en el cielo ¿y sabes por qué sigue su camino? Porque no les prestas atención. Un pensamiento se alimenta de eso: tu atención. Si aprendes a controlarla podrás elegir a qué pensamiento dársela y a cual no.