Estaba pasando por un momento difícil y buscaba desesperadamente historias de éxito, de resiliencia, de longanimidad, quería alimentar mis esperanzas y no perder la fe, quería ver que: ¡De esta se sale!
Entonces, me encontré con muchas personas a las que no conozco y quizás jamás sabrán que han sido de bendición para mí en mi peor momento.
A esa gente que comparte, que no se queda sus experiencias y el conocimiento adquirido a través de la adversidad para sí mismos sino que lo hacen público para que otros se beneficien, les doy las gracias desde el fondo de mi corazón.
Siempre alivia saber que hay personas ahí afuera, desparramadas por el mundo, con un verdadero llamdo a ayudar a los demás por más de que no los conozcan, humanos con empatía y compasión.
Y entonces, decidí que yo también debía hacer lo mismo, no limitarme a las personas de mis círculos, llegar a más gente que podría estar más interesada en lo que sé y quizás aún necesitando la información que yo tuve que encontrar por mí misma (sacando fuerzas de donde no las había). Quién sabe, quizás les esté dando una pieza de las que les falta para completar el rompecabezas, como me sucedió a mí.
Gracias a internet tenemos acceso a otros cerebros, algunos de ellos son realmente brillantes y otros son sorprendentemente sabios.
Vale la pena compartirlo 